martes, 7 de abril de 2009

DEL AMOR LEJANO


Distancias que no acuden a nostalgias, sino a búsquedas;

Porque la furia de buscarnos asume aladas esperanzas

Y cristaliza como la sal del día en los rincones

Y trepa por el tiempo con la fuerza vegetal de las hiedras

Y sobrevive a tormentas y sequías

Y nos encierra en un universo distinto

Donde estamos tan cerca que los ojos se reflejan en los ojos

Y los labios casi se besan

Y las manos reconocen la piel acariciada en los sueños

Y las horas nos esperan en la puerta

Y los viajes de la noche se detienen

En los ríos desconocidos, en las calles de piedra

En la húmeda turbiedad de la niebla y la madrugada

Y el frío se rompe en agua y silencios

Y los soleados senderos se iluminan de otra luz

Y las noches que separan confluyen en esa esquina

Y los días nos expulsan de su desolado paraíso

Y acudimos solo entonces, al maravilloso rito de sabernos.


DECADENCIA


Vi tus ojos en la triste penumbra y no brillaron

Tus pupilas yertas

Tu mirada ausente

A poca luz abiertos

Cegados o muertos

Sobre esa imagen impuse las manos temblando

Convoque las miserias de ese amor de rastrojos

Supe así del miedo

Así intuí tu castigo


AQUEL QUE VIO


Quien vio la palabra destrozada

los altos muros antiguos

la puerta blanca apoyada en un poste

supo de ríos aciagos de negaciones

de calles / paisajes / rompientes.


Quien vio el azul agonizando

esparció cenizas de aviario

gránulos de pesebrera / holladuras.


Quien vio a la madre

preñada de él mismo

esperando las luces de sus ojos

las manos pequeñas apretando

el llanto niño por las tardes del jardín

hundió en carne viva la espina y la sal.


Quien vio el secreto en podredumbre

en el charco enlarvado e hirviendo

es que abrió una puerta blanca

negó la palabra destrozada

y se ha ganado su rincón en el Infierno.