martes, 21 de junio de 2011

VOLVER A MI (CIERTO) NORTE

Vi los derrumbes, los naufragios, los exilios,

las sucesivas estaciones vividas en esa dimensión de silencio y lejanía.


Vi las cicatrices del insoportable tráfico de los días y los años

como la herrumbre de los barcos anclados demasiado tiempo.


Vi aquellas obsesiones que me desgastaron por años,

vi los sueños inciertos que abrumaron no pocos insomnios,

vi los rincones donde fueron sucediendo los días,

todo transformado, por el tiempo o el olvido,

en pequeños placeres o tristezas

que casi no vale la pena recordar.


Vi los días y las noches, sucesivas e iguales,

vi amigos y enemigos, iguales e inútiles

vi seres que me amaron y seres que me odiaron, sombras indistinguibles,

ahora todos habitantes imperceptibles del mero comercio de lo que fue cotidiano.


Vi la vida vivida como un caudaloso y profundo río subterráneo

que nunca encontró su vertiente.


Así, visto lo que he visto, creo ya sin pena ni miedo,

que esa ciudad y ese mar jamás existieron.


(Vi pequeñas incertidumbres de esperanzas incumplidas

vi difusas y tristes imágenes de alguien irreconocible,

no vi la tibieza de un tacto ni unos ojos grandes que creía recordar,

pero estas cosas ya son parte de un pasado ilusorio que tampoco existió)

VOLVER A TU NORTE

Vi el alto desierto de tu nombre con su antiguo sol demorado por los años.

Vi la ciudad desolada por el tiempo, sin amor, sin ausencias, sin luz,

habitada por sombras o fantasmas inútiles.

Vi las calles iluminadas por relámpagos y estremecidas por los truenos

de una tormenta inverosímil.

Vi la lluvia triste escurriendo en los cristales.

Vi los techos oscuros destilando el agua sucia de una ciudad sin inviernos.

Vi la madrugada húmeda, fría y silenciosa, abandonada de pájaros.

Vi lugares cargados de memorias que no me pertenecen.

Vi las innumerables ventanas iluminadas y fueron para mi todas iguales.

Vi el mar quieto y muerto para siempre como una sopa de pobres.

Vi los barcos con sus luces lejos en la inmensa rada de agua turbia.

Vi tu ciudad empobrecida por gentes de paso y arboles polvorientos,

soportando un vaho tibio de algas ausentes y crustáceos pudriéndose.

Vi gentes sin raíces sobreviviendo en un arenal caluroso y salobre,

sin otoños, sin musgo en las paredes, sin esperanzas.

Vi niños sin abuelos jugando en una plaza de arboles falsos.

Vi seres inmóviles carcomidos por la sal del olvido.

Vi los suburbios aletargados en un eterno estío de gaviotas adormecidas.

Vi el barrio de casas de mentira engañadas por un sur de mentira.

Vi el tiempo detenido en el ámbito sudoroso de un trópico absurdo.

Vi un territorio condenado a la vana y cruel servidumbre del oro.

Vi finalmente esa ciudad de tu nombre como debió ser siempre,

un lugar abandonado a la orilla de un mar sin recuerdos.