sábado, 14 de enero de 2012

HALTERIOS

Fronda leve vierte la ascención que asume.
Muerte de Narciso, Losé Lezama Lima, 1937.

Casta y cripta en excéntricas orbitadas
perfectas desolaciones del ópalo
todo un borde, orilla, límite,
carcomidas, erosionadas
osatura, esqueleto, tumba resignada.
Arco y cripta en la greda vertidos
geranios sobre colores descifrados.
trino entre el ramaje, canto y frío
la marca la herida cicatriz azul y grito
torvo el tronco destrozado.
No la orquídea o rosa o pasionaria
sino el geranio rojo e invertido.
Quieto el sol asume su constancia
sobre sombras penumbras constatadas.
Un agua destrozada contra la tarde inmaculada.
La ancha puerta y la muerte convencida.
Y hay un campo de geranios estarcidos
y una voz que en las herrumbres conculca
el paulatino barro adormecido.
Donde el tiempo azucara las uvas,
destuerce los perfumes del jazmín,
y disturba nocturnos ateridos
en vanos combates sobre el atrio
de negros basaltos columnares.
En azules los vidrios y amatistas,
aguas de salitre, cuenco y greda separadas.
Huesos hasta el juicio intestados,
semillas esperando sus raíces
en el vértigo subterráneo de la cripta incautada
de los altos corredores del cielo inmaculado.
No cede a la espada sus quebrantos
ni a las damas las glorias entornadas,
la mano lejos, el yelmo leve.
En las hiedras los adobes guarnecidos,
los aromos, los bellotos, el olivo,
cárcava o cántaro quebrado.
El ópalo en sus orbitas contenido
despliega un alba de palomas asustadas
que irrumpen en toscos vuelos destrozadas.