lunes, 29 de marzo de 2010

DE LA TUMBA Y EL SIGNO


Vendrá hacia la noche un naufragio
sobre una oscuridad renuente
a las cavilaciones que la hora acoge.

Fue tu signo imagen, voz y ojos sin nombre
fue el espanto de tu silueta alejándose
fue un crujido triste en todos mis huesos.

Ya no correré el albur de buscarte
entre el rojo bermellón
de un escaso crepúsculo
y el sándalo tenue de otra tarde
hundido en tu piel de niña lejana.

Ya no dejaré escurrir las palabras
por la suave pendiente de tu misterio,
atrapado en la vetusta esfinge
que vigilaba mi tumba y tu signo.

Conjuros incrustados en un cielo vago
desatarán el espanto en el silencio,
serán huellas de muchos pasos por borrarse,
y signos póstumos de un amor que fue fosa
tumba de los últimos intentos
relámpago enviciado en trémulos sueños o destellos.

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