martes, 21 de junio de 2011

VOLVER A TU NORTE

Vi el alto desierto de tu nombre con su antiguo sol demorado por los años.

Vi la ciudad desolada por el tiempo, sin amor, sin ausencias, sin luz,

habitada por sombras o fantasmas inútiles.

Vi las calles iluminadas por relámpagos y estremecidas por los truenos

de una tormenta inverosímil.

Vi la lluvia triste escurriendo en los cristales.

Vi los techos oscuros destilando el agua sucia de una ciudad sin inviernos.

Vi la madrugada húmeda, fría y silenciosa, abandonada de pájaros.

Vi lugares cargados de memorias que no me pertenecen.

Vi las innumerables ventanas iluminadas y fueron para mi todas iguales.

Vi el mar quieto y muerto para siempre como una sopa de pobres.

Vi los barcos con sus luces lejos en la inmensa rada de agua turbia.

Vi tu ciudad empobrecida por gentes de paso y arboles polvorientos,

soportando un vaho tibio de algas ausentes y crustáceos pudriéndose.

Vi gentes sin raíces sobreviviendo en un arenal caluroso y salobre,

sin otoños, sin musgo en las paredes, sin esperanzas.

Vi niños sin abuelos jugando en una plaza de arboles falsos.

Vi seres inmóviles carcomidos por la sal del olvido.

Vi los suburbios aletargados en un eterno estío de gaviotas adormecidas.

Vi el barrio de casas de mentira engañadas por un sur de mentira.

Vi el tiempo detenido en el ámbito sudoroso de un trópico absurdo.

Vi un territorio condenado a la vana y cruel servidumbre del oro.

Vi finalmente esa ciudad de tu nombre como debió ser siempre,

un lugar abandonado a la orilla de un mar sin recuerdos.

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