
Verbo y gracia tu voz en mi boca
pues en ella bebo la amargura de la víspera
y el dulce remolino de esta tarde.
Evoco tus sombras a pleno día,
las miserias que acumuló la memoria
tus vanidades de pequeña fiera.
Surco el olvido para apresurar la siega
y se rompen tus palabras en murmullos.
Surco que fue caudal y fosa,
cárcava en tierra desolada
o vertiente de presagios no cumplidos.
Un viento azul sacude los escombros
mientras un atardecer sangrante
acumula en los rincones los tiempos perdidos.
¿En qué pasado posible nos quedamos
argumentando imposibles futuros
enternecidos en una viciosa soledad?
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