sábado, 28 de agosto de 2010

EL CRISTO DE LA LLUVIA


A la trinidad de tu imagen confío mis soledades,

al tríptico de tus ojos de tu voz de tu cuerpo

luces, arrullos y ansiedades que mi fe resiste.


Toda tentación se hará pecado si tu sombra no la acoge.


Fuegos y voluntades serán infiernos sin sentido.


Gracia plena la de poseer el encanto de una sola voz

que aun sumido en oscuros inviernos me rebele

luces, guirnaldas y azulejos, en un lugar donde no existes.


Los brazos abiertos hacia ti y el rostro triste

la lluvia repicando en el asfalto

y todos los inviernos en ese único lugar.



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